Al hablar de su encuadre conceptual,
y en el conjunto del documento, el Preavance se esfuerza en justificar
plenamente la necesidad y la legitimidad de la Revisión, lo que le lleva a
incluir por doquier textos que en puridad deberían estar una memoria
descriptiva y justificativa no entreverada en las determinaciones especificas.
Entendiendo el planeamiento como un
proceso continuo, -lo que relativiza el compromiso temporal de sus
determinaciones- el Preavance establece que la Revisión del Plan tiene por
objeto:
‘reorientar la evolución de la
ciudad que se ha ido construyendo a partir de los planes anteriores, sin
ruptura con la cultura que su aplicación ha ido generando y que constituye uno
de sus activos más importantes. […al] objeto de establecer alternativas a
aquellos mecanismos o instrumentos que se han detectado inoperantes para
resolver determinados problemas o necesidades de la ciudad contemporánea. (p 8)’.
Con ello, el Preavance adopta un
planteamiento innecesariamente conservador, que parece dirigirse más a la
superación de imperfecciones o limitaciones ‘técnicas’ del Plan anterior que a
la toma de posición frente a:
-
La
más que segura conveniencia de poner en cuestión y superar la ‘cultura que ha ido generando P 9 ’ del Plan a revisar, lejana en su momento
de los criterios de sostenibilidad y reciclaje.
-
La
revisión crítica de los objetivos de crecimiento extensivo.
-
La
presencia cambios sociales, culturales, económicos y políticos predeciblemente
permanentes que reclaman estrategias de respuesta no voluntaristas.
-
Cambios
o modificaciones de política urbana.
Ese primer planteamiento de revisión
continuista esconde, bajo un ropaje de eficacia técnica, lo que debería haberse
planteado, abiertamente, como una reconducción crítica de aquellas partes y
criterios del PGOU97 que no produjeron resultados asumibles: ¿quién está
orgulloso de los PAU’s?.
Contradiciendo esa postura, dice que:
‘Es evidente que la Revisión del
Plan debe propiciar y favorecer el planteamiento estratégico que nos vaya
aproximando a los objetivos que la ciudad se ha fijado, a medio plazo,
recogidos en documentos sectoriales como el denominado “Futuro Ciudad de Madrid
2020 (p 8)’.
Pero reconoce que se enfrenta a
limitaciones:
‘un Plan General […]no es un Plan estratégico…
[…] las dos operaciones, posiblemente de mayor calado estructurante […] no han
surgido o no han sido controladas por ningún instrumento de planeamiento
general… ‘.
‘[…] su capacidad de ordenar y
jerarquizar el espacio solo puede tener efectos positivos bajo la visión
estratégica de un planeamiento territorial de escala superior (hoy inexistente)….[…]
El Plan General vigente, carece de esas necesarias directrices territoriales de
escala superior y pormenoriza excesivamente las determinaciones de la escala
inferior (p 9)’.
Con estas premisas divergentes y
limitativas, el Preavance se ve obligado a buscar un difícil equilibrio:
-
Por
un lado, continuidad matizada políticamente correcta, asumible por la Corporación
y por los distintos actores del entorno inmobiliario.
-
Por
el otro, necesidad de cambios cuantitativos y cualitativos profundos, justificados
por los excesos y carencias del PGOU97, por la imperiosa urgencia de
sostenibilidad, y por las mutaciones socio culturales y económicas generadas
por el cambio rápido de una sociedad de excesos a una de carencias.
Bernardo Ynzenga
Acha
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